Blogia
DeMENTES

Sexo y Lenguaje

Resulta complicado obviar las circunstancias sociales, morales y religiosas que dan forma y pronunciación al lenguaje, así como el carácter subsidiario y acomodaticio de éste. Que algo divertido sea algo cojonudo (hay quien presume de explicitud gritando: ¡es la polla!), y algo aburrido y pesado sea un auténtico coñazo puede parecer, simplemente, una casualidad fruto del capricho de una lengua, no lo olvidemos, usufructuaria de la sociedad que la cobija, cuida y da sentido y esplendor. Pero también puede demostrar la existencia de un lenguaje anacrónico al que le cuesta, no sabemos con qué intención, adaptarse a los cambios que se producen en su entorno.


Si el Zorro (etimológicamente: holgazán, arrastrado…) es un “Mamífero cánido de menos de un metro de longitud, incluida la cola, de hocico alargado y orejas empinadas, pelaje de color pardo rojizo y muy espeso, especialmente en la cola, de punta blanca…”, y la Zorra, la hembra de dicho animal, parece difícil justificar la existencia de adjetivos que para el hombre, zorro, venga a referirse a un tipo “astuto”, hábil en las negociaciones, y para la mujer, zorra, venga a significar coloquialmente, prostituta. El diccionario es prolijo al definir, coloquialmente –insistimos-, la prostitución femenina. Así, nos encontramos con prostitutas, putas, rameras, zorras, damas públicas, golfas… como representantes de mujeres que mantienen relaciones sexuales a cambio de dinero. De nuevo, podemos apreciar como el femenino Golfa (Prostituta) se contrapone al masculino Golfo (“Pillo, sinvergüenza, holgazán”). Lo mismo ocurre con Mujer Pública o Mujer Perdida (“Prostituta”) respecto a su contrapuesto: Hombre Público (“El que tiene presencia e influjo en la vida social); Cortesano (“Perteneciente o relativo a la Corte”) respecto a Cortesana (“Ramera de calidad”), Fulana (“Prostituta”) frente a Fulano, pseudonombre utilizado “para aludir a alguien cuyo nombre se ignora o no se quiere expresar” o, por último, Lagarta (de nuevo coloquialmente: “Prostituta”) frente a Lagarto (Reptil).


Sin renunciar al cariz sexual, pero sin dinero (aparente) a cambio, la sociedad pasada y presente nos regala eufemismos variados para referirnos a la mujer que mantiene relaciones sexuales fuera del matrimonio. Así nos encontramos con amantes, mancebas, concubinas, amiguitas, favoritas, prójimas, todas ellas de opuestos o, cuanto menos, distintos significados que sus masculinos…


Extrañamente, el equivalente masculino de prostituta, “prostituto”, nos resulta una palabra cuanto menos grotesca, incluso fantasiosa, modernamente sustituida por el extranjerismo Gigoló (más próximo al concubinato que a la prostitución, propiamente dicha) y, desde luego, exonerada de la consideración despectiva propia de alguna de sus equivalentes femeninas.


Fuera del ámbito puramente sexual (por cierto, ¿alguien sabe por qué hay quien utiliza con total normalidad la expresión Sexo Débil para referirse a la mujer?), nos encontramos con alguna curiosidad como Asistenta (para referirse a una criada) en contraposición a Asistente (Adjunto de alguien que ejerce un cargo importante); verdulera (“Mujer descarada y ordinaria”) frente a verdulero, osea, la persona que vende verduras…


En fin, no os pongáis histéricos (de Hystérie, sí, osea, matriz, víscera de la pelvis), sé que es una putada (de "puta") pero tengo que acabar… Por hoy.


                    © J. P. Bango 

0 comentarios