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DeMENTES

Mi Vida en Llamas

Sábado. 9 de la mañana. Y ya en pie. Debería dormir un poco más, pero no puedo, así que doy paso al día. Los sábados por la mañana hay un pequeño mercadillo de libros de viejo y antigüedades aquí en Reus, porque aquí un servidor es de Reus, ya sabéis, la ciudad de la que salió Gaudí, aquel genio de los edificios raros. Llevo años comprando libros en ese mercadillo, la mitad de mi biblioteca se hizo con ellos, y todo y que últimamente me he vuelto más selectivo y compro muchos menos, de cuando en cuando sí cae alguna que otra joya. La semana pasada sin ir más lejos me hice con "La Isla del Tesoro" de Stevenson en edición Avatares de editoral Valdemar, con las ilustraciones originales de N. C. Wyeth ¡por sólo dos euros y medio!... Aunque tengo ya dos ediciones del libro -y otra que regalé-, aquel era un lujo que no podía dejar escapar... y es que hay gente que no sabe lo que vende... ¡y yo que me alegro!...


Siguiendo este hilo, la tarde ya entrada y por asociación, acabo, como casi siempre, derivando hacia el mundo del cine, de la "Novena Puerta" de Polanski, o de la literatura, del "Club Dumas" del Reverte, que para el caso son lo mismo. Recuerdo al pobre anciano paralizado en su silla de ruedas, hemipléjico o lo que fuese, pero consciente todavía, con la luz de la mente encendida, guiñando un ojo de rabia, apretando un puño de impotencia, mientras sus familiares, los hijosputa, malvendían su fabulosa biblioteca, los libros de toda una vida, al cabroncete mercenario del Johnny Deep, alias Dean Corso... ¡mecagüensusmuertos!... ¡aquello me dolió hasta a mí!


Y me dolió porque yo también tengo muchos libros, una ingente cantidad de ellos, y los quiero, del primero al último, como auténticos hijos, y me horroriza pensar que algo semejante pudiese sucederle a mi biblioteca cuando yo ya no esté para leerla, admirarla, cuidarla... Habrá quien piense que qué más da, que tú ya no estás entre los vivos, que pasaste a mejor vida y que el destino de esa biblioteca que mimaste está ahora irremediablemente sellado en las manos de Satán sabe quién... Y no le faltará razón sin duda, pero, qué queréis que os diga, son mis libros; crecí con ellos, me hice con ellos, maduré con ellos, y puede que incluso me sea dado envejecer en su compañía, y cuando muera habrá en ellos tanto de mí... recuerdos, memorias, pedazos y retales de existencia... como en los seres vivos amados y odiados que me sobrevivan, puede que incluso más...


Creo que es algo sobre lo que reflexionar... aunque no demasiado, porque mirándolo con frialdad me produce escalofríos pensar en ello, porque podría comenzar a dar pie a imágenes dantescas... mis libros encerrados en una habitación mohosa y oscura, sin nadie que los vuelva a leer jamás... mis libros tirados en el suelo de cualquier mercadillo, rancios, destrozados, en pírrica subasta al mejor postor... mis libros, abandonados, tirados a la basura como desechos, enterrados en montones de mierda y escoria para siempre... incluso quemados, todos ellos, con toda su carga de mí y de los que me rodearon, quemada también, convertida en humo y cenizas...


La Biblioteca de Alejandría ardió hasta los cimientos llevándose consigo textos irrecuperables... Los nazis también le pillaron gustillo a eso de quemar libros, por aquello de higienizar la cultura aria... ¡Demonios!, incluso François Truffaut se atrevió a incinerar cientos de volúmenes en su "Fahrenheit 451", ¡libros de verdad!...


Y lo cierto es que ahora que lo pienso bien, de todos los posibles destinos que podrían aguardar a éstas, las páginas que me enseñan y rodean, me divierten y acompañan, no se me ocurre uno peor, más infame, que el de las llamas... que sus cenizas acabasen por mezclarse algún aciago día con el polvo en el que tiempo atrás se convirtió aquél que tanto y tanto los amó...


En fin, ahora, si no os importa, me retiro a luchar con la página en blanco, pero esta vez al modo clásico, con tinta y pluma, porque hace unos días que me ronda una bonita historia por la cabeza y quiero darle rienda suelta. De momento sé que la protagonizan unos ojos verdes preciosos... pero del desenlace, incluso yo, su autor, todavía nada sé...


Incendiarias noches.


            								© JIP

2 comentarios

JIP -

Sí, Cooper, estarán ahí mientras a alguien no le de por tener el mechero fácil... ;)

Agente Cooper -

jajajajaja!
Interesante reflexión. En mi caso, en lugar de libros, hablaría de DVDs, porque ya debo de tener unos 300 más o menos y, aunque algunos son más valiosos que otros, los conservo apilados, desordenados pero con recelo y cuidado.
Nunca había pensado en el destino de mi colección, que seguro crecerá mucho con el tiempo, cuando yo ya no esté. Aunque, pensándolo bien, el formato DVD en algún momento del futuro será sustituido por otro soporte, mientras que los libros siempre estarán ahí, listos para ser leídos.