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DeMENTES

Tempus Fugit

El Estado de las Cosas (Parte I)

Sumido en mi decepción, no hay nada nuevo en que creer. Siempre habrá alguien que se empeñe en decir no. No habrá quien lo pueda detener.

*Reincidentes


El mundo da vueltas sin parar en rededor de un "sol" metafórico dotado de un poder que no se merece. No fue una casualidad que las monedas fueran redondas y de color oro. Los viejos profetas extienden la fe religiosa a ámbitos suburbiales fomentando el conformismo, el victimismo y la disparidad social. Los nuevos profetas conviven en usufructo con aquellos: adoran a ese "sol" ficticio, lo acuñan con las caras de dirigentes políticos y reyes y lo dotan del mismo poder omnipotente que debió representar aquel mismo dios en el antiguo Egipto. El dogma de fe sigue tan pragmatizado como siempre...


La información se prostituye al mejor postor. Se fomenta la desinformación, la incredulidad y la apatía, a la vez que se invierte en bolsa. La Opinión Pública está sometida a los vaivenes del capricho, y la corrección política es sólo una tapadera, en absoluto subrepticia, que oculta una técnica de control social. Se fabrica un mundo bipolar donde solo cabe el éxito o el fracaso y donde reina el Estado Visual. El Gran Hermano orwelliano nunca estuvo tan cerca de hacerse cierto. La televisión fomenta un sentido individualista de la existencia porque destierra la conversación y se refriega en el lodo. La comunicación inter-pares se distorsiona; se promociona la mediocridad y se censura el esfuerzo intelectual. No se apuesta por una vida más fácil: se apuesta por una no vida...


Se vive muriendo.


                      J. P. Bango 

Efemérides

En fin, hoy es un día de efemérides negativas que ya habrán tenido suficiente repercusión en la prensa. La más próxima, la matanza acaecida en Madrid el pasado once de marzo...


El aniversario, sin embargo, lo cumplen los atentados que conmocionaron el mundo el once de septiembre de 2004... Es curioso, pero ese mismo día, y justo en el intervalo sucedido entre la caída de ambas torres (a las tres y media de la tarde -hora española-, aproximadamente), yo me encontraba firmando mi primer contrato de trabajo, ilusionado al mismo tiempo que el mundo comenzaba a diseñar su gran venganza.


Hoy sabemos que sólo se referían al petróleo...


La Libertad guiando al Petróleo



                                © J.P.Bango

Mi Vida en Llamas

Sábado. 9 de la mañana. Y ya en pie. Debería dormir un poco más, pero no puedo, así que doy paso al día. Los sábados por la mañana hay un pequeño mercadillo de libros de viejo y antigüedades aquí en Reus, porque aquí un servidor es de Reus, ya sabéis, la ciudad de la que salió Gaudí, aquel genio de los edificios raros. Llevo años comprando libros en ese mercadillo, la mitad de mi biblioteca se hizo con ellos, y todo y que últimamente me he vuelto más selectivo y compro muchos menos, de cuando en cuando sí cae alguna que otra joya. La semana pasada sin ir más lejos me hice con "La Isla del Tesoro" de Stevenson en edición Avatares de editoral Valdemar, con las ilustraciones originales de N. C. Wyeth ¡por sólo dos euros y medio!... Aunque tengo ya dos ediciones del libro -y otra que regalé-, aquel era un lujo que no podía dejar escapar... y es que hay gente que no sabe lo que vende... ¡y yo que me alegro!...


Siguiendo este hilo, la tarde ya entrada y por asociación, acabo, como casi siempre, derivando hacia el mundo del cine, de la "Novena Puerta" de Polanski, o de la literatura, del "Club Dumas" del Reverte, que para el caso son lo mismo. Recuerdo al pobre anciano paralizado en su silla de ruedas, hemipléjico o lo que fuese, pero consciente todavía, con la luz de la mente encendida, guiñando un ojo de rabia, apretando un puño de impotencia, mientras sus familiares, los hijosputa, malvendían su fabulosa biblioteca, los libros de toda una vida, al cabroncete mercenario del Johnny Deep, alias Dean Corso... ¡mecagüensusmuertos!... ¡aquello me dolió hasta a mí!


Y me dolió porque yo también tengo muchos libros, una ingente cantidad de ellos, y los quiero, del primero al último, como auténticos hijos, y me horroriza pensar que algo semejante pudiese sucederle a mi biblioteca cuando yo ya no esté para leerla, admirarla, cuidarla... Habrá quien piense que qué más da, que tú ya no estás entre los vivos, que pasaste a mejor vida y que el destino de esa biblioteca que mimaste está ahora irremediablemente sellado en las manos de Satán sabe quién... Y no le faltará razón sin duda, pero, qué queréis que os diga, son mis libros; crecí con ellos, me hice con ellos, maduré con ellos, y puede que incluso me sea dado envejecer en su compañía, y cuando muera habrá en ellos tanto de mí... recuerdos, memorias, pedazos y retales de existencia... como en los seres vivos amados y odiados que me sobrevivan, puede que incluso más...


Creo que es algo sobre lo que reflexionar... aunque no demasiado, porque mirándolo con frialdad me produce escalofríos pensar en ello, porque podría comenzar a dar pie a imágenes dantescas... mis libros encerrados en una habitación mohosa y oscura, sin nadie que los vuelva a leer jamás... mis libros tirados en el suelo de cualquier mercadillo, rancios, destrozados, en pírrica subasta al mejor postor... mis libros, abandonados, tirados a la basura como desechos, enterrados en montones de mierda y escoria para siempre... incluso quemados, todos ellos, con toda su carga de mí y de los que me rodearon, quemada también, convertida en humo y cenizas...


La Biblioteca de Alejandría ardió hasta los cimientos llevándose consigo textos irrecuperables... Los nazis también le pillaron gustillo a eso de quemar libros, por aquello de higienizar la cultura aria... ¡Demonios!, incluso François Truffaut se atrevió a incinerar cientos de volúmenes en su "Fahrenheit 451", ¡libros de verdad!...


Y lo cierto es que ahora que lo pienso bien, de todos los posibles destinos que podrían aguardar a éstas, las páginas que me enseñan y rodean, me divierten y acompañan, no se me ocurre uno peor, más infame, que el de las llamas... que sus cenizas acabasen por mezclarse algún aciago día con el polvo en el que tiempo atrás se convirtió aquél que tanto y tanto los amó...


En fin, ahora, si no os importa, me retiro a luchar con la página en blanco, pero esta vez al modo clásico, con tinta y pluma, porque hace unos días que me ronda una bonita historia por la cabeza y quiero darle rienda suelta. De momento sé que la protagonizan unos ojos verdes preciosos... pero del desenlace, incluso yo, su autor, todavía nada sé...


Incendiarias noches.


            								© JIP

El Poder de la Memoria

Define la R.A.E. la memoria como la “facultad psíquica por medio de la cual se retiene y se recuerda el pasado”. Extendiendo este concepto a un entorno dominado por las conexiones silícicas, la palabra memoria dejaría de regodearse de su cualidad “psíquica” para sumergirse en un supramundo virtual que, bajo la base de un código binario, integrase en su seno la posibilidad (cada vez más real) de convertirse en un receptáculo contenedor de un flujo de información sumamente extenso. Supondría, ya lo habéis adivinado, la cristalización oficiosa y práctica de una de las panaceas más irrealizables del más soñador de los enciclopedistas: poner al alcance de todos… la memoria de la humanidad.


Resulta paradójico que un instrumento fruto de la paranoia militar más retrógrada, la archiconocida Red Arpanet, diera lugar a una plataforma de intercambio de información científica que heredarían las universidades, en un primer lugar, y el comercio -un estamento siempre goloso de detectar y satisfacer nuevas necesidades de consumo-, en un segundo estadio, necesario para universalizar una plataforma plural que hoy, llegados ya a un tercer estadio de carácter ecuménico, todo el mundo conoce con el nombre de Internet.


Construirse un Lugar en una red informativa tan extensa como Internet, por ello, puede significar sumergirse en una eventualidad infructuosa donde los únicos beneficios los amortice el ego, pero también debe representar, y representa, adentrarse en una aventura sin retorno donde los únicos límites conocidos los concede la falta de imaginación. Fijaos que un lugar como éste, nada más y nada menos, representa la divulgación a grandes voces de dónde está y cuál es nuestro lugar en un mundo, no descubrimos nada diciendo esto, sometido a la dictadura de la impersonalización y el desarraigo, de la practicidad y el consumismo.


No hace mucho, cuando, en quinto curso de la facultad, el Catedrático provocaba a nuestro ingenio para realizar una tesina sugestiva (necesaria para aprobar la asignatura de Investigación), aquellos que teníamos por origen una zona rural, más o menos pequeña, éramos animados a indagar sobre las raíces y la historia de nuestro pueblo. Decía, y quizás no le faltaba razón, que frente a aquellos que provenían de unas zonas urbanas más asentadas (y más estudiadas, por ende) gozábamos de dos grandes ventajas: que el objeto de estudio era cuantificable y delimitado, y que, naturalmente, nos quedaba todo por hacer. Deseché, sin embargo, la posibilidad de embarcarme en una investigación de ese calado a cambio de otros temas de índole más pragmáticos. Supongo que el tiempo, ya lo está haciendo, desacreditará una elección que no otorgaba consideración alguna al valor de la memoria.


Reivindico hoy, en este rincón que el futuro convertirá en sarcástico y menos trascendental, el valor de la memoria escrita, nuestra memoria, para que conserve con el transcurrir de las semanas, meses, años, aquello que alguna vez creímos necesario reivindicar, criticar, ridiculizar… y, de modo accesorio, hago público el deseo de que esta voluntad primigenia de la que hoy día presumimos, no se deje fagocitar por el conformismo o la apatía y que, con el mismo recelo, consigamos continuar por la senda de los que no olvidan, agradecen y saben apreciar la valía de las pequeñas cosas y el poder de la memoria. De nuestra memoria…


De(nuestra)MENTE

            © J.P.Bango