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DeMENTES

SILENCIOS

Es chungo esto de ponerse aquí, delante del ordenador, el teclado esperando tus dedos, y no saber de qué carajo escribir. Nada que valga la pena, nada que llame tu atención, como si fuese una papelera vacía en la que ninguna bola de papel acierta a entrar. Quizá es que tienes la cabeza llena de demasiadas cosas, bailando nerviosas sin poder asentarse, como si un poltergeist se lo estuviese pasando pipa haciendo juegos malabares con tus pensamientos. O quizá es al revés, que tienes el cerebro seco ya de todo un día de ajetreos, gritos, malas caras y peores miradas, semáforos reales -de esos que te saltas en rojo- o simbólicos, subconscientes, que van empujándote o frenándote a su voluntad, agotándote subrepticiemente, segundo a segundo. Y llegas a casa, hogar dulce hogar, silencio... te duchas, te pones cómodo, tal vez comes algo, o no pruebas bocado porque tu nevera es el espectáculo penoso y desértico de siempre. La noche empieza a abrazarte, algo de música, no muy alta, caes en la cuenta de que ese es seguramente el mejor momento que has tenido en todo el puñetero día... sonríes. Piensas que podrías escribir algo decente, algo que te sacara la mente a pasear aunque fuese unos minutos. Te pones a ello, optimista, casi feliz, pero el entusiasmo dura poco. No hay nada que hacer, hoy el teléfono seguirá sin sonar. Entonces dudas, dudas demasiado, fatalmente. Te preguntas qué sentido tiene todo, qué sentido tiene nada, incluso la escritura, incluso quien escribe, o sea yo. Y hechas un vistazo a la casa, te gustaria dejarte dominar por el pánico pero estás demasiado cansado como para acoger ni un escalofrío más. Así que subes un poco más la música, para ahogar el silencio, para combatir el aire muerto que te arropa, para no poder escuchar ese teléfono que sabes que no va a sonar...


Así que de todos modos escribes, escribes... lo que sea, aunque sea una idiotez, una completa mierda... porque sientes que mientras lo haces al menos las letras te acompañan...

            								© JIP



Figura Escribiendo Reflejada en un Espejo de Francis Bacon, 1976

4 comentarios

JIP -

Quizás la literatura no sea más que aprender el oficio de cazador de mariposas... saber coger las buenas ideas al vuelo...

un saludo, Diana ;)

Diana -

Si... A mi tambien me ha pasado y lo peor es no encontrar que escribir que las letrar revoloteen incesantemente en tu pensamiento.
Bye.
Felicidades Javi

JIP -

Por supuesto, Cooper, una terapia que puede sacar de ti lo mejor y lo peor, aquello incluso que no sabías que existía en tus entrañas... Y una terapia también, extremadamente exigente, difícil, a veces dolorosa, tal y como la propia vida que intentas trasladar a ese dichoso papel en blanco, simpre tan esquivo...

un saludo

Agente Cooper -

¿Sabes una cosa?

Por suerte o por desgracia, me siento retratado en parte. A veces, escribir es una terapia personal.