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DeMENTES

Sueños rotos

En la vida que te dibujaron de crío nadie dijo palabra sobre jefecillos y jerarcas ineptos, individuos frustrados incapaces de regir sus vidas y, sin embargo, aficionados a gobernar la existencia de los demás a cambio de un sueldo, una ley o una prerrogativa. Tampoco había atentados financiados por el Estado ni terroristas asesinos de niños, vengadores suicidas impregnados de odio y egoismo, idiotas amarrados a un cinturón explosivo que reivindican su particular modo de entender la justicia exterminando vidas ajenas...


Tampoco te hablaron de esa tierra maldita donde las bestias se visten de uniforme y los políticos se contratan a golpe de talonario a cambio de un pastel con aroma de petróleo, ni de ese superior impertinente que habiendo accedido a su puesto por razones familiares, se pasa la mitad de la mañana aireando su estupidez congénita por todos los rincones de la oficina, ni de este dolor de cabeza que no recuerdas haber merecido...


Y en la cola de la oficina de empleo añoras el mismo trabajo que a otro representó su perdición... Y en el banco le lames el culo a un mediocre cajero para que te deje empeñar el resto de tu vida pagando una letra abusiva... Y le ríes el chiste al constructor cuando bromea acerca de lo que “ganó” con la última inflación del suelo... Y, ay, ese jubilado te cuenta que le robaron la cartera las hadas de la esperanza y tu sólo te preocupas de coger a tiempo el autobús...


Y te cuesta comprender por qué tu edad adulta se ha dejado empobrecer por una democracia fingida donde las inmobiliarias deciden los resultados de las elecciones, donde se canjean anhelos por duelos, donde las televisiones promueven la lobotimazación colectiva y los medios de comunicación se venden al mejor postor, donde el tren pasa de largo y el correo no llega, donde las playas se cubren de cemento y hormigón y los bosques se ahogan en llamas revalorizando el terreno que una vez pisaron...


Junto al nido derribado de una ave africana se levantan las expectativas de una multinacional que se nutre de unos cuantos ilegales para levantar sus cimientos, junto a un pueblo anegado de invierno e invernaderos, en un país donde los derechos tienen nombre de nacionalidades y la libertad sólo existe en la ficción...


Y, sin embargo, nunca dejaste de pensar que aún tienes un lugar en este mundo inapelable, un sitio donde poder publicar las sandeces que vomita tu intelecto, una casa propia donde posar tus huesos frustrados, un trabajo al servicio de la misma humanidad que hoy te desprecia... Un hueco escarbado en el fango donde poder posar tus letras negras sobre fondo blanco para confirmarte, definitivamente, como el más DeMente de este mundo de orates...


                                       © J. P. Bango			

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